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Cinco de cada diez veces que paso me apetece parar y sacar alguna foto.
Pero pocas lo hago, acabo pensando en la inutilidad de acumular muchas fotos de un mismo sitio.
Pero sigo pasando y mirando de reojo. Imaginando plantar el trípode.
Algunos días, pocos, saco alguna.
Lo hago por si no tengo oportunidad de sentarme una mañana o tres, ahí mismo, con los óleos y el lienzo.
Primero tengo que aprender a pintar.
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Qué guapa la última. Esa perspectiva que se aleja como un eco. Ese amarillo que la mujer atesora en su bolsa. Ese momento que a casi nadie importa.
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