jueves, 21 de febrero de 2019

La Farola y el Sol,

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 Antes de darme cuenta de todo he de reconocer que estuve a punto de avisar a algún encargado del ayuntamiento, la farola parecía más torcida cada vez que pasaba por allí.
Mi cuerpo tenía querencia por las aceras soleadas aquella fría mañana. Me paré frente a élla y miré la hora. Claro, me dije, sonreí, le saqué una foto y busqué una calle sin sombra.
Cada día, poco después de acabar su trabajo, la farola ve aparecer el sol por encima del edificio de enfrente. Se eleva y gira para ocultarse tras los tejados una hora después. Muy poco tiempo para poder sentirlo en la cara. 
Y aquella chimenea que siempre me lo oculta, digo yo que pensaría.
Desde entonces paso de vez en cuando para comprobar que nadie la ha enderezado y me deja sacarle alguna foto más.


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