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Si la vida te ha ido dando ese sexto sentido, después de despreciar algunas apariencias, entonces empiezas a ser capaz de encontrar humildes puertas que esconden detrás salones y estancias, a cada cual más interesante.
Y calas desde el escaparate otras puertas que prometen mucho y acaban siendo una pequeña variación de otra insulsa morada, otro más de lo mismo pero nada.
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