Fijó la vista en las cortinas que suavemente mecía la brisa. Sólo faltaba el sonido
de las olas para creerse en la orilla.
Al minuto de mirar hacia afuera, pensó que era el sol el que estaba dentro.
Así pues, desde fuera miraba lo que no estaba dentro.
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Las cortinas dan forma a la luz y se insinuan a la imaginación. Pero ¡qué placer descorrer una cortina!
ResponderEliminarY esta vez prefiero el color, ese color tan solo insinuado.
Preciosas las dos fotografías, muy bueno el motivo!
ResponderEliminarUn abrazo desde Argentina.