lunes, 21 de mayo de 2018

La Pared

.







Viendo esta foto no puedo evitar pensar en lo que voy aprendiendo de mi vida, de la vida.
Sobre todo de las personas, que son, al fin y al cabo, con quien pasamos el noventa por ciento de nuestra existencia, incluso cuando dormimos. 
Y de la foto y de la vida puedo decir que hay momentos que verás unas escaleras que bajan, pero no hay duda que también verás a veces que las escaleras suben, haciéndose interminables tal vez.
Que somos tantos como azulejos en una inmensa cocina, todos distintos y cada uno con su escalera, con su lienzo, su pared, donde se va grabando su vida.
Y aunque el azulejo parezca siempre el mismo ya hemos dicho que unas veces las escaleras suben y otras bajan, y la pared nunca es la misma porque va cambiando con ritmos distintos, en unos meses quizá más que en cuatro años. 
Os diré también cómo me he tomado siempre aquella frase tan manida de 'no cambies nunca'. Que parece que no viene al tema pero estamos hablando de la pared, de la vida. El 'no cambies nunca' es imposible porque cambiamos contínuamente, cada uno según sus circunstancias, vivencias, sensibilidad......., yo desde siempre me propuse ser siempre el mismo pero en las cosas que merecen la pena no cambiar. Hablo de la sinceridad, la lealtad, la humildad, de ser justo y educado, de sentirse siempre muy orgulloso de dónde vengo, de hacer las cosas de forma que nunca tenga que arrepentirme de nada hecho o dicho y si tengo que arrepentirme volver a la mencionada humildad, que estaba primero, y pedir perdón y hacer lo posible por reparar el daño. También, dentro de mi conocimiento limitado, el poner en duda todo aquello que supiese, y más por segundas personas, dudando antes que nada de lo que yo mismo pensase. Y darle vueltas.
Después de todo, a punto de llegar a los cincuenta, puedo decir, sin ninguna duda, que soy buena persona y así ha sido siempre. Lo digo anteponiendo la sinceridad, la humildad y la duda de mi propio pensamiento. Y quizá mi azulejo no te guste y la pared, si no te fijas, parezca ajada, fea, desconchada, y las escaleras que piensas que estoy bajando llevo demasiado tiempo subiéndolas, aunque no lo diga.
Todo lo que te he contado nos lo podíamos haber ahorrado yendo directamente a la moraleja, que no se puede juzgar un azulejo si antes no has aprendido a leer en la pared ni sabes cómo pueden llegar a ser unas escaleras hacia arriba, por muy horroroso que el azulejo te parezca. Pero es que otra de las cosas que he procurado no cambiar nunca ha sido el hablar y, sobre todo, el escuchar.




.


2 comentarios:

  1. La foto habla de lo cotidiano, de lo que a casi todos nos sucede cada mañana, cada tarde, en cualquier momentos. A veces estamos en un punto y al poco cambiamos unas veces por opción personal, otras porque algo sucede que nos pone en otro sitio. La visa, en definitiva. Esa vida que no tiene forma concreta ni duradera, esa vida que a cada segundo es otra y que a pesar de todo nos ofrece la posibilidad de vivirla. Tu texto es como la foto, pura verdad, pura sinceridad. Me gustan tanto una como el otro. Un abrazo y adelante Josh.

    ResponderEliminar
  2. Hay un arroyo tumultuoso en esa pared: es el tiempo que lo arrasa y lo arrastra todo y deja un rastro que confundimos con lo bello, o lo triste o lo extraño.
    El amor nos hace crecer hacia fuera. El dolor hacia adentro. Y entre tanto la corriente de la vida nos zarandea y nos mantenemos a flote como cañas arrancadas.

    Un abrazo, compañero.

    ResponderEliminar