lunes, 17 de diciembre de 2018

El poeta

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El poeta reescribe una y otra, y otra vez. Tacha, rectifica, añade y quita, como poseido por una fiebre que emborrona y difumina la realidad en la que su cuerpo habita, sumergida la mente en otra, la suya propia.
Cuando al fín ve que cada una de las palabras, comas y puntos están donde deben las pasa a limpio, con letras grandes en grandes cuadernos. Y sentado en la misma mesa de todas las noches las relee una y otra vez, como yo hago con mis fotos, transportándose de nuevo a los febriles momentos en que las escribía y tachaba, quitaba y añadía.
No es la absenta la que hace arder su mente, el camarero lo sabe.


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